sábado, 24 de noviembre de 2012

65.- CÓMO SE APRENDEN LAS ACTITUDES


CÓMO SE APRENDEN LAS ACTITUDES

El aprendizaje de actitudes se ubica dentro de la inteligencia emocional. La actitud es la posición que tiene el “Yo” (persona) frente a un hecho, situación o problema. La disciplina y el seguimiento y respeto a normas se ubica dentro del aprendizaje de actitudes. Se logra este aprendizaje por identificación con la conducta de los seres que se ama y se admira – aprendizaje de actitudes por identificación -  conocido como la educación con el ejemplo; pero también las actitudes se aprenden por la posición frente a las normas sociales y familiares.

Podría creerse que la autonomía en la educación infantil se contrapone a la disciplina, pero no es así. La educación de un niño tiene dos aspiraciones, la de educar al niño para ser lo que es y la de educarlo para ser lo que no es. La primera aspiración trata de desarrollar las potencialidades valiosas que tiene el cerebro, es decir aspira la libertad del ser. La segunda aspiración pretende modelar al niño para hacer de él un adulto pleno y bien educado, para ello pone énfasis en las normas familiares y sociales, es decir en la disciplina.


APRENDIENDO NORMAS

Los niños se disciplinan hasta los seis años a través de restricciones de los impulsos espontáneos que determinan su conducta. La restricción de conductas negativas, no es mala, lo malo es que la disciplina sea solo restricción no razonada que se convierte en autoritarismo. El objetivo de la disciplina es la formación de la personalidad y del autogobierno. Los tiempos actuales, con un ambiente de agresión tan difundida en los medios de comunicación, la corrupción diariamente informada por estos medios van deteriorando progresivamente la inteligencia emocional y el niño carece de armas para vencer este peligro que vive diariamente y que conforma su entorno.

Para señalar las normas familiares debe distinguirse los deseos y las necesidades del niño poniendo algún límite que el niño debe reconocer y respetar.

La inteligencia emocional exige el respeto a normas que va a permitir aprender valores y tener actitudes positivas ante el diario vivir. Lo primero que debe reconocer el niño es qué clase de hogar tiene, para esta situación es necesario que ubique los valores de su familia. Maurice Elias, Steven Tobias y Brian Fredlander, en su libro “Educar con inteligencia emocional” plantean como fin de la educación familiar: “Conseguir que los hijos sean sociables, felices y responsables”.
  

LOS PRINCIPIOS RECTORES PARA LA INTELIGENCIA EMOCIONAL

Los principios rectores para formar el carácter de los niños son los siguientes:

  1. Servir de modelo.
  2. Ubicar el tipo de familia que tiene el niño
  3. Reconocer los valores y normas de esa familia
Sobre el primer principio, es necesario considerar que si el niño aprecia actitudes indisciplinadas en su familia como desorden, falta de afecto, agresión verbal, va a aprender estos modelos y cuando sea adulto los va a transferir a sus hijos originando un círculo vicioso. La indisciplina  produce los berrinches infantiles, la desadaptación adolescente y la inmadurez para toda la vida.

La primera acción que se debe cumplir en el hogar es identificar qué clase de hogar se tiene. Para ello utilizar letreros que deben cambiarse cada mes y repetirlo cada vez que se pase por él. Por ejemplo, ubicar un letrero que diga “ESTA ES UNA FAMILIA QUE SE AMA” leerlo y repetirlo cada vez que se pase por el letrero. Después de un lapso cambiarlo y decir “JUGAMOS A LOS ABRAZOS”, los miembros de la familia lo leen y cuando lo leen dan un abrazo a quien está a su lado diciendo “te doy un abrazo pequeño, te doy un abrazo muy grande, te doy un abrazo sonoro, te doy un abrazo con silbido ¿Qué otra clase de abrazo quieres que te dé?”.

Cada vez que el niño gana cualquier tipo de abrazo se le obsequia una tarjetita de color que se llama “vale” donde se pone el tipo de abrazo que se le ha dado. Estos vales se acumulan durante un lapso prudencial y luego el niño dice “me gané tantos abrazos o dí tantos abrazos”.


LOS BERRINCHES INFANTILES

Los berrinches infantiles aparecen en los cuatro primeros años y hacen que la dulce nena o el simpático y juguetón varoncito como por arte de magia se pone rojo de ira, patalea, grita, se tira al suelo. Los padres se quedan perplejos porque no hay ninguna conducta que lo calme y originan sentimientos incómodos de los padres, los que se preguntan ¿Qué hacer? ¿Llevarlo al médico?; ¿Castigar? ¿Ceder? ¿Mostrar indiferencia? ¿Cómo proceder frente a un berrinche?.

No hay recetas estandarizadas para solucionar un berrinche, los padres tendrán que tener mucha paciencia. El berrinche lo usa el niño para probar la reacción de los demás frente a él, por lo tanto hay que pensar si es conveniente ceder ante sus peticiones. Primeramente hay que detectar la causa del berrinche, puede ser un ambiente familiar muy rígido; falta de diálogo con los hijos, incapacidad de aceptar frustraciones, falta de tolerancia en el niño y en los padres. Lo importante en un berrinche es comunicarse con el niño ¿Qué pasa? ¿Por qué haces esto? ¿No es mejor hablar?. Con una comunicación adecuada los berrinches no aparecerán o no serán repetitivos.

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