CÓMO SE APRENDEN LAS
ACTITUDES
El aprendizaje de actitudes se ubica
dentro de la inteligencia emocional. La actitud es la posición que tiene el
“Yo” (persona) frente a un hecho, situación o problema. La disciplina y el
seguimiento y respeto a normas se ubica dentro del aprendizaje de actitudes. Se
logra este aprendizaje por identificación con la conducta de los seres que se
ama y se admira – aprendizaje de actitudes por identificación - conocido como la educación con el ejemplo;
pero también las actitudes se aprenden por la posición frente a las normas
sociales y familiares.
Podría creerse que la autonomía en
la educación infantil se contrapone a la disciplina, pero no es así. La
educación de un niño tiene dos aspiraciones, la de educar al niño para ser lo
que es y la de educarlo para ser lo que no es. La primera aspiración trata de
desarrollar las potencialidades valiosas que tiene el cerebro, es decir aspira
la libertad del ser. La segunda aspiración pretende modelar al niño para hacer
de él un adulto pleno y bien educado, para ello pone énfasis en las normas
familiares y sociales, es decir en la disciplina.
APRENDIENDO NORMAS
Los niños se disciplinan hasta los
seis años a través de restricciones de los impulsos espontáneos que determinan
su conducta. La restricción de conductas negativas, no es mala, lo malo es que
la disciplina sea solo restricción no razonada que se convierte en
autoritarismo. El objetivo de la disciplina es la formación de la personalidad
y del autogobierno. Los tiempos actuales, con un ambiente de agresión tan
difundida en los medios de comunicación, la corrupción diariamente informada
por estos medios van deteriorando progresivamente la inteligencia emocional y
el niño carece de armas para vencer este peligro que vive diariamente y que
conforma su entorno.
Para señalar las normas familiares
debe distinguirse los deseos y las necesidades del niño poniendo algún límite
que el niño debe reconocer y respetar.
La inteligencia emocional exige el
respeto a normas que va a permitir aprender valores y tener actitudes positivas
ante el diario vivir. Lo primero que debe reconocer el niño es qué clase de
hogar tiene, para esta situación es necesario que ubique los valores de su
familia. Maurice Elias, Steven Tobias y Brian Fredlander, en su libro “Educar
con inteligencia emocional” plantean como fin de la educación familiar: “Conseguir
que los hijos sean sociables, felices y responsables”.
LOS PRINCIPIOS
RECTORES PARA LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL
Los principios rectores para formar el carácter
de los niños son los siguientes:
- Servir
de modelo.
- Ubicar
el tipo de familia que tiene el niño
- Reconocer
los valores y normas de esa familia
Sobre el primer principio, es necesario
considerar que si el niño aprecia actitudes indisciplinadas en su familia como
desorden, falta de afecto, agresión verbal, va a aprender estos modelos y
cuando sea adulto los va a transferir a sus hijos originando un círculo
vicioso. La indisciplina produce los
berrinches infantiles, la desadaptación adolescente y la inmadurez para toda la
vida.
La primera acción que se debe cumplir en el
hogar es identificar qué clase de hogar se tiene. Para ello utilizar letreros
que deben cambiarse cada mes y repetirlo cada vez que se pase por él. Por
ejemplo, ubicar un letrero que diga “ESTA ES UNA FAMILIA QUE SE AMA” leerlo y
repetirlo cada vez que se pase por el letrero. Después de un lapso cambiarlo y
decir “JUGAMOS A LOS ABRAZOS”, los miembros de la familia lo leen y cuando lo
leen dan un abrazo a quien está a su lado diciendo “te doy un abrazo pequeño,
te doy un abrazo muy grande, te doy un abrazo sonoro, te doy un abrazo con
silbido ¿Qué otra clase de abrazo quieres que te dé?”.
Cada vez que el niño gana cualquier tipo de
abrazo se le obsequia una tarjetita de color que se llama “vale” donde se pone
el tipo de abrazo que se le ha dado. Estos vales se acumulan durante un lapso
prudencial y luego el niño dice “me gané tantos abrazos o dí tantos abrazos”.
LOS BERRINCHES INFANTILES
Los berrinches infantiles aparecen
en los cuatro primeros años y hacen que la dulce nena o el simpático y juguetón
varoncito como por arte de magia se pone rojo de ira, patalea, grita, se tira
al suelo. Los padres se quedan perplejos porque no hay ninguna conducta que lo
calme y originan sentimientos incómodos de los padres, los que se preguntan
¿Qué hacer? ¿Llevarlo al médico?; ¿Castigar? ¿Ceder? ¿Mostrar indiferencia?
¿Cómo proceder frente a un berrinche?.
No hay recetas estandarizadas para
solucionar un berrinche, los padres tendrán que tener mucha paciencia. El
berrinche lo usa el niño para probar la reacción de los demás frente a él, por
lo tanto hay que pensar si es conveniente ceder ante sus peticiones.
Primeramente hay que detectar la causa del berrinche, puede ser un ambiente
familiar muy rígido; falta de diálogo con los hijos, incapacidad de aceptar
frustraciones, falta de tolerancia en el niño y en los padres. Lo importante en
un berrinche es comunicarse con el niño ¿Qué pasa? ¿Por qué haces esto? ¿No es
mejor hablar?. Con una comunicación adecuada los berrinches no aparecerán o no
serán repetitivos.
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