viernes, 5 de marzo de 2010

7.- EL QUEHACER DEL MAESTRO (Derechos de Autor Reservados, puede citarse mencionando la fuente)

EL ALUMNO DEBE APRENDER A PENSAR UTILIZANDO LA MARAVILLA DE SU CEREBRO

Cuando el maestro se enfrenta a un grupo de alumnos sean estos niños o adolescentes, se pregunta a sí mismo... ¿Qué esperan estos alumnos de mí?... ¿Qué voy a hacer por ellos?. Respondamos a estas interrogantes y veremos que el maestro, en su afán de enseñar materia ha descuidado asuntos de mayor importancia como:
Conocer al alumno: Rousseau recomienda: "Comenzad por estudiar mejor a vuestros alumnos, porque con seguridad no los conocéis", recomendación que posteriormente la actualiza Claparede, Dewey, Piaget, Vigotsky, Gardner y Goleman entre otros. Solamente el conocimiento del alumno va a permitir al maestro ayudarlo para adaptarse a nuevas situaciones, en la solución de sus problemas, en su aprendizaje y en el desarrollo integral de su personalidad.
Favorece el conocimiento del alumno el observarlo en sus situaciones de juego y trabajo en equipo, entrevistarse con los padres, llevar convenientemente toda la gama de los registros de salud, anecdóticos y sobre todo el registro acumulativo donde se anota año tras año los hechos más importantes del desarrollo físico, social, emocional, intelectual y el progreso del aprendizaje.

Estimular el desarrollo de la inteligencia.- La neurociencia ha demostrado que el cerebro es el "rey" y que la conducta inteligente fortalece las redes sinápticas. Por la herencia trae el ser humano un cúmulo de capacidades y su cerebro tiene una gran plasticidad que permite que estas capacidades desarrollen todo su potencial, determinando que los niños y niñas del sistema educativo se sientan competentes y tengan éxito en la vida. Pueden también las capacidades inhibirse y el potencial se pierde y origina el fracaso y la frustración.

Todo maestro debe velar para que la educación saque a luz el potencial del alumno, velar porque sus capacidades se hagan habilidades y competencias. Podrá lograrlo si proporciona a sus alumnos situaciones de conducta inteligente, desterrando el memorismo, basando todo el aprendizaje en la comprensión y reflexión para lograr la metacognición, estimular la creación y proporcionar motivos para el aprendiz, que determinen actitudes positivas hacia la escuela.

Ejercitar el autogobierno.- La mejor forma de educar el carácter es enseñar al alumno a gobernarse por sí mismo, porque cuando el alumno norma su conducta al control ajeno, caen en el más detestable oportunismo, mientras que con el autogobierno asume responsabilidades.

El autogobierno exige que el maestro presente la escuela como un sitio atractivo y alegre donde el alumno, alumna, se sienta seguro y confiado y gane experiencias interesantes, sin tener que recurrir a mecanismos de defensa como el ausentismo, la deserción y los patrones de conducta difícil ante un ambiente que lo molesta y al que aborrece. Los métodos alternativos para la solución de conflictos (MASC) cumplen en este sentido una eficiente ayuda.

El maestro deberá mostrarse amigable y afectuoso, sin que esto quiera decir debilidad de carácter, ya Ira Gordon recomienda que el maestro sea "tolerante hasta cierto límite".

Los primeros años de la educación son eminentemente formativos, junto a las técnicas operacionales de lecto escritura, deben desarrollarse hábitos de higiene, vivenciar valores sociales de cooperación, trabajo en equipo, respeto a la dignidad personal. Debe evitarse la ceguera social, el egoísmo, teniendo presente que la función de la escuela como lo señala Karl Manmheim es: "preparar a los educandos para la vida social adulta".

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