LA NECESIDAD DE AFECTO.- Es una de las principales necesidades que se satisface en el hogar. La necesidad se manifiesta desde la más tierna edad. En los primeros meses la vida del niño se desenvuelve en un torbellino de sensaciones, de las cuales algunas son desagradables, de ellas es liberado por la atención solícita de la madre, esto determina la alegría que siente el niño al verla. Un niño pequeño se siente seguro y confiado y aplaca su llanto cuando es arrullado en los brazos maternales.
Durante la infancia los padres introducen presiones y exigencias a los que el niño debe ajustarse, aprende que el afecto de los mayores depende de la forma como él obedezca estas presiones y siente que el amor de sus padres es inseguro. En la segunda infancia, los hijos se acercan al padre y ven en él un modelo de vida y una fuente de aprobación. Mientras más calurosa es la relación entre padre e hijo, éste tiene una maduración social y emocional más rápida y le va a permitir tener facilidad para establecer relaciones en el colegio con el maestro y los compañeros.
En la adolescencia, el enfoque emocional cambia y se llega a depender emocionalmente del socio (enamorado) surgiendo las relaciones heterosexuales. La mujer busca como socios, varones dos o tres años mayores que ella. Esta relación prepara para el noviazgo y el matrimonio donde se satisface plenamente la necesidad de afecto, siempre que haya comprensión y confianza entre la pareja. Personas emocionalmente maduras, forman hogares felices. La maternidad y la paternidad satisfacen ampliamente esta necesidad. Puede la necesidad de afecto sublimarse en el amor místico de la vocación religiosa.
NECESIDAD DE APROBACIÓN.- El niño en su desarrollo, aprende a adaptar, sus acciones a las formas que imponen los adultos, produciéndose en él un conflicto entre sus propios impulsos y las presiones. Esto determina tres actitudes frente a la autoridad. La primera, ignorar los mandatos de los adultos y resistirse a la autoridad. La segunda, no incurrir en la desaprobación del adulto, por temor al castigo y la tercera, aprender que los juicios de los adultos se anticipan a los hechos.
La necesidad de aprobación de los adultos que el niño aprende en el hogar, se extiende a la escuela. Si el niño no ha reconocido la autoridad de los adultos, en el hogar, no estará dispuesto a reconocer la autoridad del maestro y la actitud hacia la escuela será negativa; en cambio si en el hogar los padres le han enseñado a cumplir las normas por imitación o han modificado las reglas escuchando las opiniones de los niños, el comportamiento en la institución educativa será más adaptativo. Estas relaciones se extienden a la vida adulta en la interacción con los superiores en su centro de trabajo y en su vida profesional.
El niño necesita también que su conducta sea alabada, sus aciertos aplaudidos y sus opiniones escuchadas, en su relación con su pandilla o grupo juvenil, esto mejora la autoestima. En las diferentes edades se busca la aprobación de los compañeros modelo o líderes. Las primeras manifestaciones del juego del niño son desorganizadas pudiendo tomar una actitud dominante o sumisa. Es necesario que el niño, niña, en la primera infancia, aprenda a llevarse bien otros iguales. En la escuela, las relaciones sociales son más estables, se forman las pandillas de acuerdo a los intereses del grupo: deportes, paseos estudio. En un entorno social deprimido, las pandillas pueden degenerar en grupos delincuenciales. En el grupo juvenil se estabilizan aún más las relaciones entre muchachos y muchachas. En ambos grupos los integrantes tratan de alcanzar popularidad, la que depende de la habilidad de las personas para lograr las metas. La popularidad puede ir acompañada por atractivo físico, mejor estatus social y económico, mayores habilidades, alegría de vivir, etc. pero también son patrones de violencia y agresión.
En la escuela el maestro debe tratar que sus alumnos se integren en grupos y sean populares dentro de ellos, para lo que deberá encontrar y resaltar habilidades en los menos populares, para evitar frustraciones.
NECESIDAD DE INDEPENDENCIA.- Esta necesidad requiere que una persona exprese su propio deseo y actúe en forma espontánea guiada por sus impulsos pero a la vez, mantenga el control sobre sí misma.
El primer intento que hace el niño por explorar su mundo (locomoción) le permite ganar independencia. Si en este intento alcanza la crítica del adulto aprenderá que la independencia le acarrea dificultades en sus relaciones afectivas con los mayores, es por eso importante que las madres ayuden a sus hijos a ser independientes evitando la sobre-protección, que en vez de ser amor es patología del amor. Dentro del grupo de iguales el niño aprende a aceptar los planes del grupo, si sus ideas son aceptadas, por el grupo el niño tiene su mejor recompensa. En esta etapa del desarrollo debe orientarse el liderazgo democrático que tiene en cuenta las opiniones de los demás . La búsqueda de independencia del adolescente es imperiosa y se traduce en la rebeldía con el adulto.
Los adolescentes sienten el deseo de ensayar sus propias fuerzas, tener sus propios criterios, solucionar sus problemas y alejarse cada vez más de la tutela del adulto.
NECESIDAD DE COMPETENCIA. Se llama también necesidad de autoestima o del propio valer, se refiere a la actitud hacia una mismo. Recordemos que la persona forma la opinión de sí misma en base de las opiniones de los demás. Una persona normal con un "YO" sano y maduro, es activa en la interpretación de su vida, acepta sus limitaciones y tiene optimismo para vencerlas, desarrollando mecanismos compensatorios, teniendo metas definidas y usando plenamente sus capacidades.
Se considera competente a la persona que controla los medios para alcanzar las metas que considera deseables y cuyo logro es motivo de orgullo. Cuando el maestro o el adulto consideran a los niños y adolescentes inadecuados oo fracasados, destruyen el sentido del propio valer. El fracaso escolar está ligado al deterioro de la autoestima.
SENTIRSE AMADO: NECESIDAD FUNDAMENTAL
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