jueves, 24 de junio de 2010

26.- ESTIMULANDO LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y SOCIAL EN EL HOGAR (Derechos de Autor Reservados, puede citarse mencionando la fuente)


Es necesario considerar al desarrollo de un niño, no sólo como crecimiento y peso controlado por el pediatra. El desarrollo supone crecimiento, pero también nuevas conductas acordes con este crecimiento; por esta razón el desarrollo debe considerarse con dos factores: el crecimiento y el cambio que se manifiesta en nuevas conductas en los aspectos físico, motriz, intelectual, EMOCIONAL Y SOCIAL dentro del enfoque de inteligencias múltiples.

Arnold Gesell considera cuatro facetas fundamentales de conducta: la conducta psicomotriz, la conducta adaptativa, la conducta verbal o de lenguaje y la conducta socio emocional. Piaget, el destacado médico y psico-pedagogo, señala que los niños pasan por una serie de estadios o niveles de desarrollo en los cuales los niveles superiores se basan en los anteriores que se logran en el hogar. El desarrollo emocional es fundamental porque los niños deben aprender a manejar sus emociones para ser mayores controlados, integrados en un grupo y por lo tanto felices.

La neurociencia considera que la inteligencia emocional no tiene edad; durante toda nuestra vida vivimos intensamente emociones, es decir tenemos la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales de uno mismo y en los demás, no ahogando las emociones o reprimiéndolas, sino dirigiéndolas con equilibrio. Edward Thorndike definió la inteligencia emocional y social como: “La habilidad para comprender, dirigir y actuar sabiamente en las relaciones humanas”.

La neurociencia aplicada a la educación señala la existencia de tres cerebros: el cerebro reptil, el sistema límbico y el neo cortex, así mismo nos habla de los hemisferios cerebrales, en un artículo anterior. El cerebro reptil es la parte más primitiva del cerebro, se encarga de los instintos básicos de supervivencia (alimentación, deseo sexual, defensa personal). El sistema límbico se llama también cerebro medio, está situado en la parte media entre el cerebro reptil y el neo cortex (corteza cerebral) en este cerebro se encuentran centros importantes como el tálamo, el hipotálamo y el hipocampo y la AMIGDALA CEREBRAL que es el centro principal de las emociones, y afectividad, de nuestras angustias, alegrías, placeres, temores. Lesiones en la amígdala cerebral producen comportamientos emocionales y sociales alterados. Esta amígdala interviene también en el aprendizaje y la memoria y en la interacción del sistema límbico con la corteza cerebral con una transmisión de alta velocidad y permite que el sistema límbico y el neo cortex trabajen coordinadamente, logrando el control sobre las emociones.

La inteligencia emocional tiene un papel importante en el conocimiento de uno mismo y de la sensibilidad frente a los otros. Gardner considera esta inteligencia dentro de la inteligencia intra personal e interpersonal (social); y la sitúa por encima de todas las inteligencias, porque permite el logro de la felicidad y la incluye en LA INTELIGENCIA EXISTENCIAL.

¿Alguna vez ustedes padres de familia han identificado sus propias emociones? ¿Saben lo que sienten?, ¿pueden manejar, moderar y ordenar sus emociones?, ¿Cuál de ustedes quiere que sus hijos sean felices? Hay que estimularlos para que sean capaces de ser perseverantes, disfrutar aprendiendo, tener confianza en sí mismo (autoestima) y ser capaz de sobreponerse a los fracasos (resilencia).

El 90% de nuestra comunicación emocional se produce sin palabras, con mímica y señas permitiendo el logro de la empatía. Ser empático es admitir y conocer los estados emocionales, escuchar con atención e interés a los demás, aceptar los sentimientos que no se expresan verbalmente, pero que tienen un profundo sentido emocional y son la base de las capacidades sociales. Daniel Goleman, el joven investigador y creador de los términos Inteligencia Emocional y social pone en su libro esta bella dedicatoria “Para Tara, (su esposa) manantial de sabiduría emocional”. En estas pocas y sencillas palabras está manifestando el rol importante de la mujer en el desarrollo emocional de la familia. Por la inteligencia emocional podemos comprender nuestras propias emociones, ponernos en el lugar de otras personas, conducir las emociones y mejorar nuestra calidad de vida.

El mal del siglo, “el estrés”, es un deterioro de la inteligencia emocional, para controlarlo es necesario tomar conciencia de los sentimientos y estar dispuesto a actuar positivamente, comprender a los demás, estimularlos para ser mejores, ayudarlos a alcanzar la felicidad. Al no controlar “el estrés” se opta por el alcohol, las drogas, la agresividad y el trabajo excesivo. Ayude a los hijos a desarrollar su inteligencia emocional, pregúntenle cómo se siente ante una fiesta infantil, ante un programa de televisión, ante un fracaso, ante nuevas sensaciones físicas. El estrés se manifiesta sintiendo como mariposas en el estómago, debilidad excesiva, mandíbula tensa, mal genio.

Para poder estimular la inteligencia emocional no amenace a sus hijos ni a su esposo(a), resuelva inteligentemente los conflictos de pareja, evite las influencias negativas de sus amigos y de los de sus hijos, trabaje para que el niño desarrolle su autonomía, evite la sobreprotección, motive el respeto hacia su cuerpo, no sea rígido, los niños desde que nacen necesitan buenos modelos en sus padres porque aprenden por identificación con los seres que aman. Enséñeles a amar amando, a ser alegre sonriendo, a comprender a los demás comprendiendo a sus hijos, impulse su creatividad, no haga del sexo un tabú, no elogie la violencia, evite los juegos de video; sólo así sus hijos serán felices. En la relación pareja piense que hay muchos ojos (los de sus hijos) que lo están observando. Si tiene emociones negativas, vaya a un parque, discuta con su pareja en él y regrese a su casa alegre aunque por dentro le revoloteen las mariposas del estrés.

Las emociones pueden ser:
Fortalezca las emociones positivas y debilite las emociones negativas. Es difícil, pero no imposible.

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