miércoles, 14 de septiembre de 2011

45.- EL DOCENTE FRENTE A LA REALIDAD EXISTENCIAL (Derechos de autor reservados)


La acción docente, no está desligada del contexto social, tampoco lo está de la concepción que el maestro tiene sobre el mundo y la vida. Por lo tanto  es necesario recordar que el hombre es como lo señala Toynbee  “Unidad conectada con su realidad” esta unidad humana está determinada por el yo, centro de la vida psíquica y biológica. La realidad está determinada por el ambiente o mundo físico de objetos, el social de personas,  y el cultural de valores y creaciones humanas.

La percepción que hace el hombre de su realidad es diferente, no todos tienen la misma percepción. Puede percibirse la realidad ingenuamente sintiéndose superior a ella y dominándola desde afuera para acomodar los hechos y situaciones a intereses y preferencias personales.

Si se otorga a la realidad un poder superior al del hombre y este se somete dócilmente a ella, se está actuando con un nivel de conciencia mágica. Es propio de esta conciencia el fatalismo, frente al cual el hombre queda vencido ante la imposibilidad de hacer frente al poder consumado de los hechos. 

Puede, también, concebir al hombre superior a la realidad
y por lo tanto su conducta es  prepotente, manipuladora y es un serio peligro porque este tipo de conciencia somete a los grupos a la decisión del jefe, del dirigente, del adinerado. Este  tipo de conciencia magica se da en los partidos politicos que cuando son gobierno, sin haber internalizado las bases de una autentica democracia gobiernan favoreciendo solo a sus partidarios.

Estas concepciones determinan el desorden en todos los aspectos, la cultura del desapego o viveza criolla, el fracaso, la inseguridad, la falta de conciencia crítica, de optimismo y la política del chivo expiatorio que impide aprender de los errores, es decir aprender a desaprender y reaprender.

La conciencia crítica es la representación de los hechos tal como se dan en la realidad, teniendo en cuenta las circunstancias y las causas que los producen. En este nivel de conciencia  integra al  hombre con la realidad, porque genera percepciones objetivas y las respuestas que el hombre da a los desafíos, también son objetivos, porque como señala Toynbee. “A la naturaleza de la acción corresponde la naturaleza de la comprensión”. Si hay una comprensión crítica, la acción será también crítica, reflexiva, ubicada en el tiempo, creadora y libre.

El maestro como profesional de la enseñanza, debe ubicarse en este nivel de conciencia, sólo así su misión formadora se orientará hacia el logro de hombres libres, capaces de pensar, discutir, planear alternativas, romper mitos, decidir y poder participar creadoramente en la transformación social.

El maestro debe también, cambiar su actitud frente al proceso educativo, tener una nueva concepción de la educación y del hombre.

Si se concibe al hombre como un objeto manipulable, un manojo de reflejos donde las respuestas a los estímulos del ambiente son mecánicas, la educación será un entrenamiento meramente cognoscitivo. Si en cambio consideramos al hombre como un ser crítico y creador, el quehacer educativo tendrá estas características y preparará al alumno para su participación en la vida social adulta, su realización plena e integral, su autenticidad.

Mientras el maestro conciba su acción educativa como acción de una persona que habla, enseña, disciplina, prescribe, ordena, elige los contenidos programáticos y los maneja dogmáticamente, percibirá a su alumno como bueno, cuando escucha, está callado, recibe conocimientos, es disciplinado, obedece. Un educando así concebido va perdiendo poco a poco, su condición de “sujeto” del aprendizaje y se convierte en “objeto” de un proceso que sin él no tiene razón de ser.

La educación como proceso debe concebirse como una reflexión y una acción del hombre sobre el mundo para transformarlo, como una etapa preparatoria para la participación social en el mundo del adulto.

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